Gracias por tu respuesta, pero permíteme matizar algunos puntos en los que discrepo, intentando aportar otra perspectiva:
Responsabilidad de la empresa
Entiendo que, ante un posible caso de suplantación de identidad, la empresa no puede asumir automáticamente que el cliente dice la verdad. Sin embargo, las compañías tienen la obligación de facilitar y orientar al afectado, no solo remitirle a la denuncia policial, sino también activar sus propios protocolos internos de verificación y protección del consumidor. No es solo una cuestión de desconfianza, sino de acompañamiento y garantías.
La denuncia no exime a la empresa de actuar
Poner una denuncia es imprescindible, pero eso no exime a la empresa de investigar el caso y, en su caso, paralizar cualquier reclamación o acción sobre el supuesto contrato fraudulento hasta que se aclare la situación. Lo contrario puede suponer una revictimización para quien sufre la suplantación.
Empatía y trato al cliente
Lo que me parece criticable no es que te indiquen que denuncies, sino el tono y la falta de empatía en el proceso. Cuando alguien acude a una empresa diciendo que ha sido víctima de fraude, lo mínimo es un trato comprensivo, información clara y ayuda para resolver el problema, no solo una respuesta burocrática.
Presunción de inocencia
Por último, recordar que, ante la duda, debe prevalecer la presunción de inocencia del cliente hasta que se demuestre lo contrario. No se puede tratar a la persona como sospechosa solo porque reclame una posible suplantación.
En resumen, denunciar es necesario, pero las empresas también tienen que asumir su parte de responsabilidad y acompañar al cliente en todo el proceso, no solo remitirle a la policía. Creo que es un matiz importante.