Todos los días a las ocho de la mañana recibo la llamada preceptiva desde ese número. Son como los vampiros: una vez que los dejas pasar, no te libras de ellos. En las empresas de recobro pasa lo mismo: una vez que descuelgas la primera llamada, ya no te dejarán nunca en paz. Me pillé tal cabreo que nos pusimos verdes mútuamente. Gané yo que colgué antes. Suelen ser entre unas diez y quince veces diarias.
Desde entonces he pasado por varias etapas: desde no cogerlo, hasta descolgar y dejarlo en silencio, para que se desgañite con sus amenazas que nadie escucha... así como 10 minutos.
Últimamente he pensado en poner un calcetín en el teléfono para que me cambie la voz, decir que soy su hermana y que si quiere, le facilito mi número de teléfono del trabajo. Como vampiros que son, les crecerán los colmillos pensando que de esta forma lograrán hincar el colmillo sobre algún ingreso descarriado... pero no. En lugar de eso, le doy otro teléfono que les cueste pasta... no sé, el del INEM o el del cuartelillo de mi pueblo... ¿Qué pensáis?
Es por ponerle un poco de humor al asunto, pero lo estoy pensando seriamente...