El título del post viene a colación de las llamadas de los recobradores. No les hago puto caso, se que aparte de molestar no pueden hacer nada más, pero no puedo evitarlo, me pongo nervioso cuando veo el número en el teléfono, no por miedo, sino porque me indigno de tal manera al escuchar a esos buitres diciendo chorradas que me enciendo, el corazón se me acelera, se me entrecorta el habla, y luego me tiro todo el día pensando en lo que les debería haber dicho, ya que habitualmente les repito una y otra vez que no tengo nada ver y nada que hablar con ellos. Ellos me cuentan su vida, y conforme los escucho me indigno más y más.
Si, es patético, y supongo que con el tiempo me resbalará lo que puedan decir, pero ante las injusticias me enciendo con mucha facilidad, no puedo evitarlo, y lo único que consiguen es que me reafirme aún más en la idea de que no les pienso pagar hasta llegar al juez o me devuelvan los sisado.